Si bien, en la sección específica de esta web denominada «Así trabajo» ya expongo en términos generales qué es el trabajo del psicoanalista, en esta breve nota quiero puntualizar un poco más y ampliarte la información sobre cómo es mi trabajo en esta especialidad.
El trabajo del psicoanalista
El Psicoanálisis plantea que somos seres del lenguaje y desde allí entendemos el disfrutar y el sufrir. Dicho de otra forma, disfrutamos o padecemos a través del lenguaje, de la palabra. Esto también explica por qué una palabra puede enfermar o curar. Entristecer o alegrar.
Cuando se es escuchado de una manera completamente diferente a la que se está acostumbrado en el entorno familiar o de amistades, se percibe que los problemas pueden verse desde otra óptica y se establece durante el tratamiento una relación especial con el psicoanalista, lo que en el léxico psicoanalítico se denomina relación transferencial.
Esta escucha se detiene en aquellas palabras, frases o pensamientos que fuera de la consulta serían tildadas desde nimias, sin sentido hasta aberrantes.
Por ello, si hay un principio básico en el que se fundamenta la experiencia psicoanalítica y que todo paciente tiene que intentar seguir al pie de la letra, es asociar libremente, lo que en lenguaje común llamaríamos “hablar de todo lo que pasa por su cabeza”, mientras tanto, por su parte, al analista toca escuchar con atención flotante, que no es otra cosa que eso, escuchar, no seleccionar. Es en la repetición de los significantes que marcaron nuestra vida en donde el psicoanalista interviene y produce un corte, dando lugar a una nueva interpretación del paciente.
En los breves párrafos anteriores te presento una somera reseña del psicoanálisis y del actuar del psicoanalista, a continuación te describo el trabajo con mi sello particular.
Mi trabajo como psicólogo psicoanalista en la consulta
Durante las entrevistas preliminares mi trabajo consiste en confrontar al sujeto con su propio decir, implicarlo en aquello de lo cual se queja (lo que se conoce como rectificación subjetiva). El primer paso en esta dirección es que el sujeto advierta lo que es el síntoma: un padecimiento opaco, un pensamiento que le ordena compulsivamente, un misterioso nudo en la garganta que le impide hablar o comer. La dimensión de la causa se plantea entonces no como una cuestión abstracta, sino manifiesta de lo que le aqueja: “¡Por algo será!, esto que me pasa es síntoma de alguna causa, que me concierne”. Al mismo tiempo esa opacidad expresa el ser del sujeto en tanto manifiesta su estructura dividida, la de un sujeto que no se reconoce en lo que conoce de sí.
Para que la experiencia del psicoanálisis comience, tienen que ponerse en juego los significantes que plantean un saber que ponga en duda las razones del sujeto.
Luego está el intenso y delicado trabajo de desplegar la transferencia. Todos los seres hablantes esperamos del Otro unas respuestas muy precisas y para obtenerlas establecemos, consciente e inconscientemente, una serie de “patrones” que el analista advertido pondrá en juego durante la experiencia analítica. Éste “poner en juego del analista” permitirá al paciente darse cuenta, no sin cierta sorpresa, del alcance y las limitaciones de estos “patrones” y sobre todo en los callejones sin salida en los que desembocan una y otra vez. Así entonces, vemos como la repetición (de las palabras, los hechos, las acciones, las situaciones, las actitudes y un largo etcétera) pone de manifiesto a un sujeto que no se conoce en lo que conoce de sí.
Resumiendo: descubrir por nosotros mismos, desde luego, orientados por un psicoanalista, nuestra propia estructura dividida, luego de la sorpresa inicial, surge el instante de decidir crear una respuesta absolutamente propia y personal, con la ventaja de conocer, si me permiten esta licencia lingüística, “todas nuestras barajas en el juego”.
Todo consiste en el conocimiento de uno mismo.
Como dijo el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud:
Uno tiene que contar con sus propias fuerzas, entonces se aprende a usarlas correctamente.
Daniel Smykalo
Psicólogo Psicoanalista